¿Justicia sin ética?

¿Es posible practicar la justicia desde la falta de ética? Parece que sí; en este país es harto frecuente que así ocurra.

El reciente escándalo en torno a los viajes de largos fines de semana a Marbella por parte del señor Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial además de Presidente del Tribunal Supremo, ha sido resuelto jurídicamente, pero no lo ha sido éticamente.

Los hechos son los siguientes:

  1. Entre los años 2010 y 2011 el señor Carlos Dívar realizó una veintena de viajes a hoteles de lujo en Marbella que han costado al erario público unos 13.000 € (más de 2 millones de pesetas). 

    Hotel Puente Romano, Marbella, uno de los «visitados» por Carlos Divar en sus fines de semana de 5 dias
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  2. Hace varias semanas el vocal del CGPJ Gómez Benítez presentó denuncia por malversación de fondos contra Carlos Dívar por estos gastos sin justificación.
  3. Posteriormente el Fiscal General del Estado abrió causa contra el Presidente del CGPJ para inmediatamente a continuación archivarla por no haber actualmente norma legal que penalice esas prácticas.

El archivo de la causa se basa en una reforma del procedimiento fiscalizador de los gastos en el seno del Consejo General del Poder Judicial aprobada en 1996 que determinó entonces que se dejaran de pagar dietas a los vocales del Consejo por sus “viajes oficiales” y se permitiera que los propios vocales pasaran los gastos de estos viajes sin tener que justificarlos ni explicar detalles.

  1. Tras el archivo de la causa se produjo en el seno del Consejo General del Poder Judicial un debate en torno a la solicitud de varios de sus miembros que pedían la dimisión de su presidente por estas, a todas luces, prácticas faltas de toda ética.
Carlos Divar, «excelentisimo» Presidente del Consejo General del Poder Judicial
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El señor Carlos Dívar no sólo se enrocó sin dimitir sino que hurtó cualquier explicación a los miembros del Consejo amparándose en esa ausencia de obligación de justificar los gastos.

  1. Como colofón, la ciudadanía española, una vez más, queda atónita por este comportamiento de una de las máximas autoridades del estado.

Que el escándalo hubiera sido provocado por cualquier otro mandatario ya hubiera sido grave, pero que haya afectado al Presidente del CGPJ, la máxima autoridad de uno de los tres poderes del estado democrático (el que precisamente debe velar con más ahínco por preservar la honestidad y justicia en el comportamiento de los representantes públicos), supone socavar un poco más la escasa fe que los ciudadanos de este país tienen en sus instituciones.

Es necesario reconstruir la relación de confianza de la ciudadanía hacia sus representantes. Y para ello se hace imprescindible desterrar de una vez por todas la opacidad de las prácticas del Estado por ser magnífico caldo de cultivo para la corrupción y las prácticas deshonestas y consagrar la transparencia en todos los niveles como la mejor manera de asegurar comportamientos éticos y responsables.

Resetear el sistema, regenerar la política, es algo cada vez más urgente.

En EQUO apostamos por ello

Juanma Zurita, miembro de EQUO Córdoba

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