#DiaMundialdelSida: Análisis desde la perspectiva de género y orientación sexual

El día 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Sida y desde la Red EQUO Mujeres y la Red EQUO LGTBI+ proponemos introducir un análisis desde la perspectiva de género y orientación sexual para visibilizar otras realidades que van más allá de los datos genéricos.

Según el último informe sobre vigilancia epidemiológica del VIH y SIDA en España: – Entre 130.000 y 160.000 personas conviven con VIH, de las que más del 20% no están diagnosticadas. -La tasa de nuevos diagnósticos de VIH son superiores a los de la media de los países de la U.E. y de Europa occidental. – El 84’6% de los diagnósticos corresponden a varones entorno a los 40 años. Durante los años más duros de la pandemia de SIDA, intencionadamente desde los sectores más homófobos de la sociedad, se construyó un imaginario que categorizaba esta enfermedad como “la enfermedad de los maricones”.

Este hecho, además de aumentar la opresión y las agresiones contra la población LGTBI+ trajo una profundización en la violencia estructural que sufren las mujeres por el hecho de serlo.

A día de hoy, de los datos del estudio se desprende un nada despreciable porcentaje de 15.4% de mujeres portadoras de VIH, datos a los que hay que añadir los que conciernen a otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) que, según el Instituto Catalán de la Salud (ICS) han crecido en un 56% en 2 años, siendo la clamidia y la gonorrea las que más han aumentado. Las mujeres, independientemente de nuestras prácticas sexuales, hemos caído en una trampa mortal al considerarnos “inmunes” al VIH y, por tanto, descuidar nuestras revisiones ginecológicas, más aún si tenemos en cuenta que los primeros síntomas suelen ser ginecológicos, asociados con afecciones de la vulva, vagina y cuello.

Frente a los múltiples datos que nos informan de la población masculina como principal afectada por VIH existe mucha literatura que refiere a las mujeres como víctima potencial más vulnerable, ya que también hay que tener en cuenta factores sociales, económicos y culturales, que influyen muy negativamente en el perverso binomio mujer-enfermedad ligada a la sexualidad. Sobretodo hablamos de mujeres heterosexuales a los que el mantra de “la pareja estable” las blinda contra este tipo de infecciones; hablamos de mujeres que han sufrido maltrato sexual que suelen mostrar disminución del deseo sexual con una pareja que violenta y humilla pero que, en ocasiones, no descartan relaciones puntuales.

Hablamos de mujeres migrantes y de aquellas que ejercen la prostitución que, a su realidad de mujer, se suman condicionantes como la distancia cultural y lingüistica, vínculos históricos entre la sociedad de origen y destino, criterios jurídico-administrativos (residencia legalizada o no) y, casi el más importante, criterios socioeconómicos que evidencia una situación desigual prácticamente insalvable. Para estas mujeres “el cuidado”, en su inmensa mayoría, se centra en la prevención del embarazo con prácticas tan inseguras como el lavado vaginal, la marcha atrás o el uso indiscriminado de determinados fármacos. Hablamos de mujeres bisexuales, por supuesto, y hablamos de mujeres lesbianas porque, digámoslo claro, transmitir que sus prácticas sexuales no constituyen riesgo es mucho más fácil y tranquilizador que mencionar el contacto de mucosas con fluido menstrual infectado, sangre, saliva o secreciones vaginales si son factores riesgo. De mujeres transexuales no hablamos; la falta de datos nos hace suponer que aquello de lo que no se habla no existe, y esa retórica perversa funciona. Pero no podemos ni debemos olvidar esa realidad.

En cualquier caso, el denominador común es que los estudios médicos, tanto preventivos como de tratamiento, se han centrado en las afecciones de los hombres, marginando a la población femenina en la investigación médica. Y, como no, a esto hay que añadir el pudor social que actúa como auténtica compulsión violenta contra las mujeres y que provoca, en general, que retrasemos nuestra asistencia a la medicina ya sea de forma preventiva o por intuir la necesidad de tratamiento ante unos síntomas. Todo motivado, en muchas ocasiones, por experiencias negativas en el trato de la atención médica tras revelar determinadas prácticas sexuales. El SIDA y las ITS están todavía hoy muy presentes en nuestras vidas pero el estancamiento en el número de personas afectadas, pese al repunte ocasionado por la migración, y una tasa de supervivencia en aumento han conllevado una relajación en las inversiones de prevención y tratamiento y el abandono por las instituciones públicas del trabajo asociativo.

Ante esta situación, desde la Red EQUO Mujeres y la Red EQUO LGTBI+ reclamamos mayor inversión en I+D+i para la prevención y tratamiento de las infecciones provenientes de un contagio relacionado con las prácticas sexuales así como el incremento de campañas para que, independientemente del sexo asignado y de la orientación, todas tengamos las mismas oportunidades de protegernos de estas infecciones. Finalmente reclamamos un compromiso institucional y social para dejar atrás los prejuicios y la serofobia. La buena noticia es que el SIDA y las ITS podrán ser cosa del pasado mediante ese compromiso; y, sin ninguna duda, en ello estamos mirando de frente al problema para buscar las mejores soluciones porque el bien común y el cuidado entre nosotras es objetivo primordial en la ecología política.